Adiós Francis

Querida Francis, has partido silenciosa, como tú eras. Sé que tengo que aceptar tu marcha, pero también sé que me va a costar una eternidad, son muchos años de amistad, de confidencias, de risas, de lagrimas y eso no se olvida en un día. Tampoco quiero olvidarte, las dos pensábamos que mientras se recuerda a alguien, esa persona sigue viva en nuestro corazón.

Te veré en cada libro que tenga en mis manos, en tus hermosos poemas, en esas pequeñas flores que crecen en el asfalto, y que parece que siempre eran nuestros ojos, las que las veían.

Extrañaré mucho no ver tu mirada limpia, de ese azul profundo y maravilloso.

Donde no te veré será en nuestro banco de la calle Triana, donde nos sentábamos a leer tus bellos poemas, esos que siempre tuve el privilegio de leer la primera. El banco estará solo, como en este momento se siente mi alma.

El dolor pasará, todo duelo necesita un tiempo, quizás yo necesite más de lo normal, para mí eras hermana, amiga, confidente, compañera del camino, la persona que siempre etuvo a mi lado en los momentos más malos, y que siempre me decía: Pasará.

Desde ayer la letra de una canción se repite en mi cabeza.

Cuando un amigo se va se queda un hueco vacío. Y yo añado que el tuyo, nadie podrá llenarlo.

En mi recuerdo vivirás siempre. Gracias Francis por ser mi amiga del alma.

Queridos amigos, ignoro lo que tardará mi alma en recomponerse. Les quiero.