El helado de coco
No me gustan las guerras, así que decidí esperar, y nacer cuando se terminaron, aunque para entonces, mi única
hermana tenía 19 años. Por lo tanto crecí rodeada de personas mayores.
Eran tiempos difíciles, había mucha pobreza y escaseaban algunos alimentos.
Yo siempre le he dado gracias a Dios porque en mi casa nunca
falto la comida, no teníamos lujos, pero tampoco grandes necesidades.
Mi madre bordaba primorosos
juegos de sabanas, para ayudar a la economía familiar, ya que aparte de
mis padres y mi hermana, en casa vivía
mi querida tía, mi abuela materna y un
primo de ella, el cual vino de Cuba, pidió asilo político por un par de días, y
ya se quedó a vivir en casa, yo siempre le sentí como si fuera mi abuelo.
Mi tía era la encargada de ir al Mercado. Todos los días mi
madre le daba el monedero, junto a la recomendación de que tuviese cuidado con
lo que gastaba.
Cuando volvía de la compra, ella ya había sisado una peseta
o dos, las cuales traía escondidas dentro del zapato. Le entregaba el monedero a mi madre y se
disponía a guardar la fruta y verduras.
Por la tarde me iba a buscar al colegio y en la puerta,
siempre me decía lo mismo.
--Escúchame bien, me he quedado con algo de dinero para
comprarte un helado o lo que quieras, pero sabes que no puedes decir nada,
esto es un secreto, si se enteran en casa, me matan--
Yo decía que si con la cabeza y entonces íbamos a una tienda que vendía dulces y helados, me daba a
elegir, pero yo casi siempre me quedaba con el helado de coco. ¡Dios mío, que
felicidad! aquello era lo más rico de todo el mundo.
Volvíamos a casa por la calle de atrás, no se que
alguien nos viera. Yo caminaba erguida y feliz, con una mano sujetando el cucurucho y con
la otra apretando fuerte la mano de mi tía.
Jamás dije nada en casa, desde entonces soy una tumba
guardando secretos.
De mayor he probado en todas las heladerías el de
coco, pero nada, no es igual.
He llegado a la conclusión de que le faltan dos ingredientes
muy importantes, el de la complicidad y el del amor enorme que había entre mi tía y
yo.
Más Miradas Retrospectivas en http://desgranandomomentos.blogspot.com.es/
Fueron tiempos difíciles Pepi. Tiempos de los que imprimen carácter para toda la vida. Como bien dices, Los ingredientes estrella de ese helado que tanto te gustaba no residían en la materia prima de la que estaba hecho, no. Complicidad, amor, son sin duda elementos perdurables, que dejan huella.
ResponderEliminarGracias Pepi por tu participación.
Un fuerte abrazo.
Que bonito recuerdo. Sin duda ese helado de coco debía saber a gloria y siempre sabrá al dulce sabor del amor, aquel que se demuestra en los pequeños gestos, aunque para realizarlos se tuviera que sisar una peseta o dos.
ResponderEliminarUn abrazo
ibso
Precioso recuerdo, Pepi.
ResponderEliminarSon hechos aparentemente insignificantes, los que llenan el momento y nos acompañan toda la vida. Y es el amor y el detalle que los hace importantes.
A pesar de la época, intuyo que tu infancia resulto grata.
Me ha encatado leerte.
Abrazo juevero.
Esos recuerdos no se olvidan nunca. un abrazo
ResponderEliminarEncantador, Pepi, de verdad me ha encantado.
ResponderEliminarNo hay manera de olvidar esa idea que el sabor va ligado también a ingredientes etéreos como la complicidad y el cariño o el amor.
Loss abuelos (o tíos-abuelos) acostumbran a ser todo un mundo que da para mucho relato.
Me miré tu perfil y veo que hablas de música...
Mira si te gusta esta pieza:
http://www.youtube.com/watch?v=wYG0mVMMWO0&list=PL9C9CC6E4EF0CFD1B&feature=view_all
Hasta pronto
Que bonita mirada hacia atrás... Me has metido en la cotidianidad de tus días pasados y he vivido las sensaciones que ese helado te daban... ainsss, ¡qué bueno debía ser!
ResponderEliminarBesos!!
Es que el cariño evocado logra impregnar a todo lo que recuerda con una magia especial, algo único que torna lo pasado como tesoro irrepetible. Gracias Pepi por convidarnos con un poco de tu incomparable helado de coco!
ResponderEliminarBesitos.
¡Que bonito, Pepi! Recuerdos de la infancia marcados por un helado de coco. No me extraña que el resto que has probado no te sepan igual de ricos, aquellos tenían esos dos ingredientes que tan bien comentan: complicidad y amor. A mi, como fanática de los helados que soy, nunca me ha dado por tomarme uno de coco, pero si algún dia lo hago, me acordaré de tí ;) Un beso.
ResponderEliminarMe encantó eso de demorar el nacimiento... ;)
ResponderEliminarEs una anécdota dulce, tierna, pura, tan blanca como el helado de coco.
Bravo por esa complicidad y el aprendizaje de saber guardar muy bien los secretos que se nos confían!
Dulce, me voy dulce, como algunas de tus ricas recetas.
La infancia, lo mejor de nuestra vida, y ese recuerdo es precioso. Normal que te acuerdes de tu tia, compartías un gran secreto, normal que te acuerdes toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bonito, Pepi. Esa frase en la que cuentas los ingredientes que faltan a los helados de coco es un lujo.
ResponderEliminarBesos.
A mí me quedó el aroma a redes de puerto junto al helado mantecado!!!
ResponderEliminarUn beso y un café.
Querida Pepi, hay recuerdos, sensaciones y sabores que son imposibles de borrar de la memoria. Al igual que a mi me ocurrió con aquel pollo al ajillo, tu helado de coco te trasmite a tiempos duros pero en los que el sentimiento y el cariño se sobreponían a todo. No se trata de tener mucha memoria, simplemente no se pueden olvidar porque esos recuerdos especiales forman parte intrínseca de uno mismo.
ResponderEliminar¡Que bonito!, de verdad.
Un abrazo
Bonitos recuerdos Pepi... hacía mucho tiempo que no pasaba por aqui, pero como siempre nos llenas de ternura... me alegro de volver a leerte. Besos
ResponderEliminarEs una historia muy bonita, Pepi. Y creo, como tú, que despues ningún helado de coco ha sabido igual porque aquella complicidad ya no estaba.
ResponderEliminarBss.
Hola, Pepi. Me ha encantado tu recuerdo, muy bien contado y muy tierno. Es cierto que sin esos dos ingredientes, nunca volverás a saborear un helado igual, pero te queda la memoria de aquellos momentos.
ResponderEliminarBesos.
Los recuerdos nunca son neutros. Cada instante, como cada helado, se acompaña de un contexto muy especial. Los contextos son cambiantes y por tanto intentar repetir o revivir ciertos recuerdos nos conduce a la frustración.
ResponderEliminarEs muy bonito, Pepi.
Un beso
Que relato tan dulce Pepi, tanto como ese helado de coco. Desde luego que no encontrarás uno que sepa igual hoy, porque como bien dices esos dos ingredientes eran imprescindibles para hacerlo delicioso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonito recuerdo! esa complicidad y ese cariño desde luego, inolvidables; ningún helado de coco podrá saber nunca igual.
ResponderEliminarUn beso y un gusto visitar tu casa.
Qué relato más bonito!
ResponderEliminarMuchas gracias Pepi, por tu visita y dejar tu huella.
Con tu permiso me quedo en tu casa.
Un beso.
Ya tenemos algo más en común que esta afición juevera, yo tenía una complicidad tan grande con mi tía Isabel, que todos mis mejores recuerdos de la niñez están ligados a ella. Mis primeros juegos, mis horas de estudio, el cine de verano, los paseos en las noches calurosas....hasta dormía con ella.
ResponderEliminarEs un relato precioso. Gracias por compartirlo.
Un beso.
Y son esas cosas llenas de amor y complicidad las que nos quedan grabadas a fuego en la memoria del corazón. Ese sabor irrepetible de las cosas hechas a escondidas, y en compañía de quien nos ama.
ResponderEliminarUn hermoso relato, que emociona!!!
Un abrazo.
ayyyss !!!que hermosos recuerdos la verdad me emociono
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarPrecioso, tierno relato, conmovedor desde la primera frase "No me gustan las guerras, así que decidí esperar, y nacer cuando se terminaron..."
ResponderEliminarUn beso
que bonito pepi...
ResponderEliminares tuyo?...
me he emocionado y todo...ufff...
quisiera saber si lo has escrito tu...me parece muy hermoso...
la vida es asi...jamas un helado de coco tendra el mismo sabor de aquel...estoy convencida....
un abrazo reina...
Qué lindo tu recuerdo y me has llevado a recordarme de mi Olimpico, así se llamaba el helado que yo comía frecuentemente porque frente a mi casa estaba la fábrica de helados Formost, los mejorcitos de aquella época, mmm era una paleta cremosa recubierta de una capa de hielo de sabor a naranja, me recorría tooooda la fábrica, aún sabiendo que terminaría con mi olímpico en las manos :) el mio lo que tenía era travesura como ingrediente principal...jjjjj
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