Hoy he cerrado el piano, parece una
tontería, pero no lo es, al menos a mí no me lo parece. Otras veces
cuando mi hijo se va de viaje, me falta tiempo para hacerlo, es más,
aún él no ha llegado al portal, ya estoy yo cerrándolo. Siempre le
digo que por muy bien que suene abierto, me da pena que se llene de
polvo. Sin embargo, ahora, me ha costado cinco días poder cerrarlo.
Pienso que no lo hice antes porque en cierto modo, el verlo abierto
era como si en cualquier momento volvería a escuchar su bello
sonido. También he pensado que porqué eligió el piano, y no un
violín, con lo fácil que es llevarlo bajo el brazo. Claro que si lo
miro de otra forma, ver el piano es como verlo a él, pero mudo.
En fin, son capítulos que se cierran
para que se puedan abrir otros, espero que los nuevos sean mejores, y
sobre todos muy sonoros.
Creo que lo peor que llevo es el
silencio del piano.
Intento volver, extraño el blog, pero será poco a poco. La música desapareció, he puesto Spotify, espero que puedan escucharlo.
ResponderEliminar¿Se ha mudado?...es muy comprensible que lo extrañes junto con su música.
ResponderEliminarBeso y abrazo gigante!
Me dejas un poco sin entender... y no sé qué comentarte.
ResponderEliminarTodavía recuerdo cuando yo tocaba la viola y veía a los contrabajistas arrastrando su bajo y les creía locos...
Un beso, Pepi, a tu ritmo, muchacha.
Cuando los hijos están todos los espacios los llenan, es compresible que ahora, ese silencio cueste sobrellevarlo. Pero antes que te des cuenta de nuevo te visitará.
ResponderEliminarBesos, .