Una vela por los hermanos de Haití

No me gusta hacer comentarios ni políticos ni religiosos, pero hay cosas, que supongo que por mucho que quieras, no puedes evitar que te hierva la sangre.

Estoy al tanto de lo de Haití, me enteré por la radio, las primeras noticias me hicieron pensar que era algo sin demasiada importancia, por desgracia cuando volví a escucharla, todo empeoraba por momentos, hasta llegar a convertirse en la actual tragedia. Me he negado a ver las imágenes, supongo que ya tengo bastante con lo que escucho y me imagino. Esta tarde cuando oí que ya no pueden entrar más aviones, de verdad se me cayó el alma a los pies. Lo mismo me acaba de ocurrir hace poco, cuando he leído lo que ha comentado un obispo, este señor dice textualmente. Hay cosas peores que lo ocurrido en Haití. ¿Peores? Y pone de ejemplo lo siguiente “Deberíamos llorar por nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida”

¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? Esas palabras son de mi hija Marta cuando se lo comenté. Yo, aparte de la rabieta, me he quedado sin palabras. Dice un proverbio árabe. Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas.

Con esta catástrofe, de verdad, me sabe mal decir buen fin de semana, lo que pido es que le manden pensamientos de paz y amor a los sobrevivientes, así como encender una candelita por las almas de tantos fallecidos.